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Los ídolos parecen espantapájaros
    en un cultivo de melones.
No pueden hablar y tienen que cargarlos
    porque no pueden caminar.
Así que no les tengan miedo a esos ídolos,
    pues no les pueden hacer ningún mal;
    ¡y mucho menos les podrán hacer algún bien!»

No hay nadie como tú, SEÑOR, eres magnífico,
    y tu nombre es grande y poderoso.
¿Quién no te temerá, Rey de las naciones?
    Eres digno de ser temido.
Entre todos los sabios de las naciones
    y entre todos los reyes del mundo,
    no hay nadie como tú.

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